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Se pueden ver los videos en la página enlazada de toda la situación.
La experiencia fue la siguiente:
Gene Weingarten, columnista del periódico, invita al reconocidisimo violinista Joshua Bell a tocar en el metro de la ciudad de incognito para ver las reacciones de la gente al escuchar su música. Sería a primera hora de la mañana, cuando la gente va a trabajar.
Con su violín llamado «Gibson ex Huberman», construido en 1713 por ni más ni menos que Antonio Stradivari, justo en su última fase de luthier, cuanta más experiencia tenía. El instrumento tiene un precio de alrededor de 3,5 millones de dólares. El repertorio fue una gran selección de obras maestra para el violín, obras que han llegado a través de los siglos hasta nuestros días, como «La Chacona» de Bach para violín solo.
Después de 45 minutos de interpretación, el resultado, fue entristecedor, ya que fueron poquísimas las personas que hicieron el mínimo gesto para escucharle tocar, 27 las personas, de alrededor 1000 que pudieron pasar, que le echaron algún dinero (en total consiguió 32 $), pero sobre todo, la mayor de las indiferencias, es lo que más duro se hizo para este violinista, que apreciaba, cada mínima mirada o gesto.
Joshua Bell, días atrás tocó en un gran auditorio. Las entradas costaban alrededor de 100$ cada una y la gente durante el concierto, seguramente, que aguantarían sus toses, ruidos de las butacas, apagaría sus teléfonos móviles…
Y la pregunta sería la siguiente:
¿Tenemos tiempo para buscar la belleza?¿Queremos buscar música de calidad, evitando lo que nos muestran los prime-time de televisión, las radio formulas, los banners de internet…?¿Tenemos tiempo para educar nuestro gusto y sentido de la estética?¿Tenemos tiempo para una educación musical que nos complete?
Aquí dejo un vídeo de Joshua Bell tocando:
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