A pesar de que hoy entró el otoño, todavía resuenan en mis oídos los sonidos de una ciudad que me cautivo hace tiempo. Este pasado agosto volví a Estambul, la ciudad de la música. Allí, además del gran peso cultural que se respira a cada paso que se da, pude volver a vivir la cultura popular musical que cuidan tanto sus habitantes.
Pero lo que impresiona de verdad, es ver el gremio de artesanos de instrumentos musicales, con sus tiendas, todos desde por la mañana preparados para vender la más variedad organológica que he visto. La música turca, tanto en su variante folklorico popular, como en su variente clásica, tiene un precioso elenco de instrumentos de diferente tímbrica.
Estambul tiene una riqueza musical inexplicable ya que los extremos de la modernidad y lo tradicional conviven de manera perfecta y se encuentran y se dan la mano, como las dos orillas, asiática y europea de la ciudad.
La gente de Turquía debe conocer muy bien su riqueza musical, ya que a diario, los programas de la televisión y radio guardan sus horas «punta» a ilustrar con maravillosas intervenciones musicales donde uno confunde a músicos, cantantes y presentadores…
La habitantes de Estambul se detienen a escuchar los conciertos que acontecen en la ciudad, aplauden, se emocionan, colaboran con el espectáculo con uno de los mejores unísonos que he oído jamás.
Pasear por Estambul y ver instrumentos de Irán, u otras regiones cercanas no es nada extraño. (intentad comprar una guitarra portuguesa en Madrid!!!!!). La gente reconoce el valor de las tradiciones de la música persa, de los caminos de la ruta de la seda, del mar negro, de Grecia.
Reconozco de que valen mas un sonido escuchado de una baglama con sus cuartos de tono, que las palabras que se puedan hablar sobre la riqueza musical de este país. Recomiendo ver este documental «The sounds of istanbul» y visitar la página del ministerio de cultura turco para poder escuchar las diferentes expresiones de este país.
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